El salto de Poveda es la segunda de nuestras excursiones que realizamos en el parque natural del Alto Tajo.
No muy lejos de la localidad guadalajareña de Poveda de la Sierra, se encuentra la laguna de Taravilla, punto de inicio de nuestra excursión.
El punto de inicio de nuestra ruta, se encuentra en el lugar habilitado como aparcamiento de la laguna de Taravilla, junto al cartel informativo de la excursión que vamos a realizar.
Es una ruta circular de unos 6 kilómetros, la cuál vamos a alargar casi 4 kilómetros más para poder visitar el área recreativa de la fuente del Berro, lugar idóneo para pegarnos un refrescante baño en las esmeraldas aguas del río Tajo.
Comenzamos nuestro caminar, junto al poste indicador de la excursión que llevaremos a cabo, remontando el camino de tierra por el que hemos venido en nuestro vehículo.
Después de una corta subida, a nuestra izquierda nos saldrá una senda (señalizada como inicio de nuestra excursión) que nos llevará al salto de Poveda.
Antes de tomar dicha senda, caminamos unos pocos metros hacia arriba siguiendo el camino, hasta el mirador en el cuál se observa la bonita laguna de Taravilla, lugar en el que habita y cría algunas clases de anátidas en el cinturón de carrizo y masiega que delimita la lámina acuática.
Una vez observado la laguna, continuamos nuestra ruta tomando la senda anteriormente citada. Dicha senda está marcada por los colores rojo y blanco del GR-113 (creo recordar). En la fuerte bajada, caminamos junto a pequeñas encinas y quejigos, hasta llegar a las inmediaciones del salto de Poveda.
Una vez metido en el pinar de pino laricio, nos saldrá una senda a mano izquierda que nos lleva al muro de la antigua presa. Podemos acercarnos para tener un punto de vista diferente al que veremos después. Solamente hay que prestar un poco de atención, sobre todo si vamos con niños, ya que transitamos por la coronación de la vetusta presa, siendo el ancho de la misma, estrecha.
Seguimos por la senda que transitábamos, hasta llegar a un punto en el que si bajamos unos pocos metros por una senda hacia la izquierda, tendremos unas preciosas vistas del salto de Poveda, que, por cierto, me sorprendió gratamente la cantidad de agua que llevaba siendo el mes de Julio.
Dicho salto, era en la antigüedad una presa que se construyó para crear electricidad, mediante una central hidroeléctrica. Cuando quedó en desuso dicha central, el río Tajo, el caudal más largo de nuestra península, destrozó con su ímpetu y fuerza una parte del muro de la presa, creando una preciosa cascada de unos 20 metros. Las antiguas piedras que sostenían el muro de la presa, hoy en día cubiertas de musgo, certifican, junto a ejemplares de mirlo acuático y truchas, que la madre naturaleza es capaz de arreglar lo que la mano del hombre intenta destruir.
Continuando nuestro recorrido, unos minutos después se abre un claro en el pinar. Estamos en una zona en la que antiguamente el hombre cultivó algunos árboles frutales, sobreviviendo, hoy en día, algunos de ellos de manera asilvestrada.
Unos metros más adelante, atravesaremos una pradera habitada por espinos, con huellas de algunos ungulados si el suelo está húmedo.
Nos encontramos en un meandro abandonado, una antigua zona por la que el río Tajo atravesaba sus aguas y que, debido a alguna riada, que cambió el rumbo del cauce, dejó esta zona aislada hasta que se secó. Continuamos nuestra ruta, siguiendo el sendero que está indicado con algunas balizas de madera en las cuáles una flecha de color morado nos indican el camino correcto, ahora transitando en paralelo al río Tajo, bajo el pinar.Unos minutos después, abandonaremos el márgen derecho del Tajo a través de un pequeño puente, la pasarela de pescadores, único punto por el que se puede cruzar el río sin mojarse.
Las vistas del verde Tajo y su bosque de ribera reflejado en el agua, nos absorverán durante unos minutos, que aprovecharemos para hacer un pequeño descanso, escuchando el cantar de las pequeñas aves que llegan a este punto para beber.
Una vez cruzado la pasarela, subimos por la senda hasta que desemboca en un camino. Dicha pista es la que da acceso a las casas del Salto por el puente de Poveda.
Nosotros giramos a la derecha hacia el puente de Poveda. Pero dicho puente no será nuestro objetivo, sino el área recreativa de la fuente del Berro, situada a casi 2 kilómetros desde la pasarela de pescadores.
El camino, una ancha pista forestal, discurre en paralelo al río Tajo, por su margen izquierdo. Mientras caminamos, vamos contemplando las paredes rocosas que emergen a la derecha del Tajo. Vamos caminando por el GR-113, denominado camino natural del Tajo hasta llegar al área recreativa de la fuente del Berro, lugar en el que también se incluye un área de acampada.
Dicha fuente, se localiza en la orilla del río Tajo, siendo este un buen lugar para refrescarnos, bien echando un trago de la cristalina agua de la fuente, o dándonos un buen baño en el río Tajo.
Una vez repuestas nuestras energías, volvemos sobre nuestros pasos hasta la pasarela de pescadores.
Seguimos recto, en dirección a las casas del Salto. Por el camino, en la derecha, podremos observar, aparte del pino laricio, ejemplares de pino silvestre, avellanos, y algún acebo.
Unos minutos después, un par de caminos a mano izquierda nos indican la dirección para ir al salto de Poveda. Nosotros seguiremos recto hasta llegar a las casas del Salto, antiguas instalaciones hidroeléctricas, hoy en día aprovechadas para el turismo rural, incluido, un bar.
Fue nada más verlo, y una tentación "rubia" te llamaba, pero un cielo negro nos hizo continuar, dejando el "zumo de cebada" para más tarde.
Nada más atravesar las casas del Salto, un cartel indicador nos señala la dirección a tomar hacia la laguna de Taravilla, a través de una senda que nos sale por la izquierda.
Tomamos dicha senda, y en una ligera bajada, rodeados de chopos, tilos y fresnos, con señalización del GR-113, nos conduce hasta el río Tajo. Y es aquí, donde un hito de madera nos indica la dirección a seguir mediante una flecha que nos señala a la otra orilla del río.
Y ahora queda lo mejor y más divertido de toda la excursión: tenemos que vadear el Tajo, ya que no existe ningún tipo de puente que salve el cauce. A esta zona se le denomina el vado de Poveda.
Aunque la senda sigue hacia la derecha sin cruzar el Tajo, el vadeo es en este lugar, atravesándo el cauce en diagonal, cercano a unos juncos. Ni que decir tiene que sólo se puede atravesar cuando las condiciones sean favorables, ya que con una crecida del río Tajo, deberíamos renunciar a vadearlo.
Yo, que ya iba preparado con mis zapatillas "anfibias", pasé el primero para evaluar el caudal, que aunque parecía que estaba bastante tranquilo, la corriente te empujaba un poco. No tuve ni que quitarme los pantalones cortos (aunque algo se me mojaron), ya que el río, en el punto más profundo de este vadeo, no me llegó en ningún momento a la cintura (mido 1'71 metros).
Una vez que atravesé el cauce del Tajo, avisé a mi mujer para que lo cruzase; y mientras lo hacía, yo, inmortalicé el momento, grabando un vídeo en medio del Tajo, jugándome la vida de la cámara de fotos, que no sería la primera vez que muere ahogado un aparato electrónico en mis manos.
Y cuando ella atravesó el río, hicimos un descanso, momento en el que aproveché para bañarme en el Tajo, ya que no lo había echo antes en la fuente del Berro.
No estuvimos mucho tiempo, ya que la nube negra cada vez estaba más cerca, y puesto que todos los días nos había llovido a partir de las 6 de la tarde, reiniciamos nuestro trayecto rápidamente.
Existe otro poste indicador de la dirección correcta, pero está tendido en el suelo, seguramente tirado por alguna crecida del Tajo, ya que está situado al lado del cauce del río.
Pero la senda se intuye bastante bien, teniendo que elevarse unos pocos metros hasta llegar a un área recreativa y desde ésta, coger un camino que sale por la izquierda.
Dicho camino, en contínuo ascenso, nos deja entrever, entre la vegetación, el desagüe natural de la laguna de Taravilla, a través del barranco que tenemos a nuestra izquierda.
Llegamos a un cruce de caminos, tomando el ramal izquierdo y que en unos minutos nos llevará al aparcamiento de la laguna de Taravilla. El camino de la derecha se dirige en todo momento paralelo al río Tajo, hasta el puente del Martinete, cercano a la primera de las excursiones que realizamos en el Alto Tajo. El camino de enfrente, circunvala la laguna de Taravilla.
Antes de llegar al aparcamiento, a mano derecha hay un área recreativa en la cuál nos podemos internar en la laguna de Taravilla por un acceso de cemento. Pero solamente para tener otro punto de vista de la laguna, ya que está prohibido el baño en ella.
Unos metros más adelante, llegamos al aparcamiento de la laguna, poniendo punto y final a la excursión.
Esta preciosa ruta nos ha enseñado la fuerza que tiene la naturaleza, capaz de destrozar una obra creada por el hombre para que un río siga su curso natural, creando una impresionante cascada que armoniza perfectamente con el medio; todo ello en una zona en la que el turismo es escaso (comparándola con su vecina serranía de Cuenca), una de las razones del perfecto estado medioambiental de la zona manchega del Alto Tajo.
Por cierto, una media hora después de acabar nuestra excursión, como bien predecimos, nos cayó un agua... y no fueron 5 minutos precisamente, sino 2 horas. Buena decisión no parar en el bar.
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